Se imaginan un mundo sin colegio, ni sanidad
ni protección? Pues todo esto lo tenemos gracias a los impuestos que
paga la sociedad. Sin los impuestos el estado no podría funcionar, ya
que no dispondría de fondos para financiar la construcción de
infraestructuras (carreteras, puertos,...), prestar los servicios
públicos de sanidad educación, defensa, sistemas de protección social
(desempleo, pagas por invalidez, accidentes laborales...), etc.
Hay dos clases de impuestos:
Los
directos, que se recaudan anualmente en la Declaración de la Renta,
tanto a los trabajadores que cobran todos los meses una nómina por
cuenta ajena, o a los autónomos.
Los indirectos que afectan a toda la población, y lo pagamos al estado en forma de IVA (impuesto sobre el valor añadido).
El
artículo 31 de la Constitución española dice que: "Todos contribuirán
al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los
principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá
alcance confiscatorio"
Este artículo quiere decir que, en nuestro
país, las aportaciones que tienen que hacer los ciudadanos para
contribuir al pago de los gastos público depende de la capacidad
económica. Por eso, aunque todos los ciudadanos tienen que contribuir,
no siempre lo hacen en la misma proporción porque no todos disponen de
los mismos recursos económicos. Los que más dinero tengan tendrán que
aportar más dinero al fondo común para el pago de los bienes y servicios
públicos.
Los impuestos hacen posible la financiación de las
necesidades comunes. Y además, los impuestos permiten que exista una
mayor igualdad de riqueza entre los ciudadanos.
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